Integrantes de Sindihogar-Sindillar
Karina Fulladosa llegó a Catalunya procedente de Uruguay, donde, por diferentes motivos -su madre trabajaba en el hogar y su padre era sindicalista-, quiso estudiar la situación del trabajo doméstico. Gracias a la beca que le concedió la Universidad de Barcelona, hoy aporta sus conocimientos a Sindihogar-Sindillar, colectivo al que se ha integrado como una más. En cambio, Isabel Escobar se enroló en el sindicato a raíz de un debate entre mujeres sobre la falta de papeles y de trabajo. De origen chileno, Isabel pasaba doce horas diarias limpiando en un geriátrico y, tras ser despedida por denunciar las pésimas condiciones en que trabajaba, ha encontrado trabajo cuidando personas en situación terminal o de edad avanzada. Fulladosa y Escobar son el espejo de un colectivo que sobrepasa las 700.000 personas en todo el Estado -el 80% son mujeres inmigradas-, 400.000 de las cuales trabajan en negro y en las que se aplica un régimen especial que las precariza del todo. Desde Sindihogar-Sindillar, luchan por garantizar los derechos y la autonomía de las trabajadoras.