Capitalismo: cuerpos al servicio del sistema

El capitalismo como sistema productivo, diagrama el mundo de acuerdo a sus necesidades, en esta organización despiadada, realiza todos los movimientos necesarios para conseguir la manera de producir más a menor coste. A merced de esta producción, mueve materias primas y mano de obra, es decir, de cuerpos -tomados solo cómo fuerza de trabajo, deshumanizados y despersonalizados- que se mueven en una aparente libertad hacia los lugares donde son necesitados.

Camareras de piso con pancarta reivindicativa
Manifestación de las camareras de piso frente al Hotel Tryp. Barcelona, mayo 2016. SOFÍA POLKE CASADO

Personas provenientes del sur global, migran a grandes centros urbanos del norte global, en busca de mejorar su calidad de vida, lugares donde “casualmente” su fuerza de trabajo es requerida, para realizar tareas que las personas locales desprecian. La migración se da por parte de  hombres y mujeres, pero desde hace 4 décadas, nos encontramos frente a un proceso de “feminización de la supervivencia”, que hace que sean las últimas, quienes suman a sus responsabilidades de reproducción y cuidado, la de sustento de sus familias, obligándolas a buscar alternativas, entre las cuales la migración se presenta como una oportunidad tentadora.

En la manifestación del último 27 de mayo, frente al hotel Tryp Barcelona, un grupo de 30 camareras autoconvocadas se manifestaron para pedir la incorporación de las trabajadoras al convenio de hostelería, el aumento del salario, al mínimo vital y móvil y condiciones de trabajo dignas; ya que actualmente trabajan en jornadas que superan las horas reguladas, sin pausas para la comida o el descanso, y sin días de fiesta ni vacaciones continuadas. Todas ellas son mujeres que protagonizaron proyectos migratorios familiares.

Estas mujeres vienen a atender las necesidades de las ciudades, a hacer trabajos que otras personas no quieren hacer, llegan a las nuevas ciudades con necesidades urgentes y pocas posibilidades. Sonia, una camarera de piso que migró a Barcelona hace 18 años, explica:  “Las empresas juegan con nuestras necesidades y con nuestra vida, abusan… Muchas veces venimos a la mañana a trabajar y nos dicen que nos vayamos, o nos llaman a primera hora y nos dicen que tenemos que venir en nuestros días de fiesta y no tenemos donde quejarnos. Si no aceptas, te obligan a coger la baja voluntaria, o cogen represalias para que una se vaya , renuncie por su cuenta”.

“Las camareras de piso, son casi en su totalidad mujeres, gran parte de ellas migrantes, con poca formación académica -o no convalidada en España- y madres de familias monoparentales, lo cual las vuelve un grupo fácil de explotar. Se les ofrecen contratos con los papeles necesarios para tramitar sus ciudadanías y cuando las condiciones laborales no son las acordadas, ellas no pueden hacer el reclamo, ya que dependen de sus empleadores para poder continuar con los trámites y no perder la antigüedad laboral que les otorgaría la residencia definitiva.” relata Isabel, miembra acompañante de Las Kellys, organización que reclama por los derechos de mujeres que trabajan en la limpieza

Y agrega: “estas mujeres cumplen jornadas de trabajo extensas en cuanto a carga horaria y también de mucha exigencia física, lo que genera un gran desgaste y hace que el sistema las encuentra útiles por pocos años; generando un círculo en el cual, las mujeres comienzan a trabajar de muy jóvenes, muchas horas y pocas veces pueden continuar después de los 50 años; lo que les brinda jubilaciones mínimas que colaboran a que no puedan adquirir independencia económica y dependan del Estado o de sus maridos”.

Camarera de piso con cartel: "DERECHOS PARA TODAS"
Camarera de piso en el reclamo al Hotel Tryp. Barcelona, mayo 2016. SOFÍA POLKE CASADO

“En el perfil de estas trabajadoras hay una interseccionalidad de situaciones: mujeres, migrantes, madres de familias monoparentales, precariedad económica, sin posibilidad de capacitarse para otras tareas; todo esto las vuelve personas fáciles de explotar, con muy poco margen de posibilidades para reclamar sus derechos, y por lo tanto sumamente útiles para un sistema que sólo busca cuerpos para utilizar como mano de obra”, finaliza Isabel.

El caso de las camareras de piso, es sólo un ejemplo, del uso de los cuerpos que realiza el capitalismo para cubrir sus necesidades. Cuerpos movilizados hacia zonas donde se necesita su fuerza de trabajo, son explotados mientras son útiles – no se tienen en cuenta sus necesidades ni sus derechos- se hace de ellos el mismo uso que el de una maquina, sin dejarlos ni siquiera ingresar a aquel sistema para el cual trabajan; una vez que estos cuerpos dejan de ser útiles se descartan, tal cómo una maquina que cumplió su vida útil, dejándolos fuera de un sistema que solo esperaba de ellos el cumplimiento de la jornada laboral.

Texto original en: La Observatoria, por Sofía Polke.

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